Hoy he publicado un vídeo de mi abuela Carmen en redes sociales. Mi abuela tiene 94 años, y a día de hoy su memoria va y viene. Parece no poder recordar datos muy exactos, pero sí recuerda y transmite con total claridad sus pensamientos, ideas y emociones.
Conectar con la historia de vida de mi abuela me hace conectar con algo muy profundo que de momento no termino de entender con la mente, pero que mi corazón entiende más que de sobra. Observo como la mente de mi abuela omite los recuerdos más dolorosos, se los inventa, los enmascara, o los salta de puntillas. ¿Quién soy yo para meter el dedo en la herida? Me pregunto.
Me ha costado muchos años encontrar un balance entre hacer mi vida y seguir presente y conectada en la vida de mis seres queridos. Me he sentido muy culpable durante mucho tiempo por no compartir tiempo con ellos. Me he sentido también muy separada, incluso exiliada, de las vidas de mi seres más queridos. Ha sido una lucha entre tengo que compartir con ellos tiempo, que el tiempo se va y no vuelve, y luego te vas a arrepentir. Ha sido una lucha entre pero si a ellos yo no les importo, no se interesan por mí, me rechazan, no me aceptan como soy. Ha sido una lucha también de tienes que hacer tu vida, te mereces hacer tu vida.
Ha sido una lucha agotadora, y ahora parezco haber encontrado el equilibrio entre tantos "tengo que". Por tener no tengo, no tengo que hacer nada. Por querer sí, sí quiero hacerlo todo. Quiero y puedo hacer mi vida, y quiero y puedo estar presente en la vida de mis seres amados, sabiendo crear momentos únicos de conexión mientras persigo y prosigo para realizar mis deseos y sueños. Precisamente porque si algo he aprendido es que hacer mi vida es honrar la vida de mis padres, de mis abuelos, de mis bisabuelos.

Mi abuela siempre me ha dicho: haz siempre lo que quieras, haz lo que te haga feliz a ti, y al resto del mundo que le den (ahora ya con la edad, ahora ya me dice "que le den mucho por culo"). No entendía antes, con la profundidad que entiendo ahora, el mensaje que mi querida abuela quería transmitirme.
Ella no pudo hacer lo que quiso. No pudo perseguir sus sueños y sus deseos. Acalló y aceptó. E incluso aceptando la vida que le tocaba como mujer en aquella época. La vida le quitó a su amor demasiado pronto. Me contaba: En aquella época no había psicólogos, así que yo sola me saqué del hoyo. Ella me ha enseñado el valor de amarse a una mí misma, el valor de confiar en una mí misma, el valor de respetarse a una misma, el valor de perseguir tus deseos, le pese a quien le pese.
Ahora, aún sus recuerdos empiezan a emborronarse, aún hay veces no me reconoce hasta que le digo con energía: soy tu nieta, abuela, soy Ana. Y ella espeta: Ana, claro mi nieta, y yo soy tu abuela, mientras esboza una gran sonrisa orgullosa de su hazaña. Porque aún hoy su memoria se resiente, conserva su dignidad intacta, sabedora que a veces no está y feliz cuando vuelve. Se defiende con uñas y dientes para reclamar y exclamar su propia identidad, su propia voz, sus derechos como persona.
Te amo, abuela, y quiero honrar tu vida, tu historia, tu dolor, tus logros, tus enseñanzas.
Añadir comentario
Comentarios