Quién soy

Empezaré por lo más fácil.

 

Me pusieron el nombre de Ana y nueve meses después confirmaron mi nombre entre llantos, y ante Dios. Soy hija de una democracia en pañales, de una generación que sabía lo que era pasar hambre, que acataron las normas porque así eran las cosas -pero no del todo- y que quisieron darnos, a mí y a mis hermanos, todo lo que entendían tenían que darnos: techo, comida y estudios.

Crecí en un pueblo del sur de España, de interior. Sofocante -y soporífero- en verano, y con inviernos largos y muy fríos. Un pueblo, como cualquier pueblo, donde la monotonía es la norma y la diferencia es señalada. Pertenezco a la generación de los 80. Una época donde se hablaba mucho de libertad y solo parecía practicarse en esos personajes que aparecían en la tele. La Movida madrileña siempre me fascinó: tan estrafalarios, tan únicos, tan libres.

Viví feliz e inocente en el mundo analógico, soñando que el futuro no estaba tan lejano. De pronto pasé de estar riñendo con mis hermanos por levantarse a cambiar el canal en la televisión, a tirarnos el mando a la cara enfadados. Mi padre, a pesar de no tener un duro, creía en el futuro; tanto que a mis cinco años llegó el primer ordenador a casa. Maravilloso Amstrad de pantalla verde. Toda clase de artefactos pasaron por nuestra casa a la misma velocidad que el mundo cambiaba. Más allá de lo material, experimentar el futuro "en casa" me ayudó a custodiar mi capacidad de soñar que hay un futuro mejor a lo largo de toda mi vida.

 

Solo es un Reflejo.

 

A estas alturas de mi vida no tengo muy claro quién soy. Y por eso estoy escribiendo y compartiendo estas líneas. Intentar saber quién soy ha sido una ocupación que ha gobernado mi vida desde... Bueno, no recuerdo la edad exacta, pero desde muy niña. Crecí bajo un árbol de confusión y soledad, y al mismo tiempo bajo un cielo de certezas profundas y amorosas.

Certezas tan profundas que no me atrevía a compartir abiertamente por miedo a ser señalada, rechazada, abandonada. Como niña, sin recursos emocionales, en algunos momentos vociferaba: ¡hay que decir la verdad! Vociferaba, quiero decir, gritaba a todo pulmón hasta desgañitarme en un infructuoso intento de que algo cambiara a mi alrededor. 

Cómo un ser de tan corta edad empieza a ocupar su mente con tan vasta pregunta: ¿Quién soy? No tengo respuesta concreta de momento. Y a la vez, como cuando era niña, una certeza interior me indica que sí, que ya tengo la respuesta.

Este proyecto es un encuentro con aquella niña a la que al fin estoy escuchando. Este proyecto es una oportunidad para mostrarme al mundo: para desnudar mis heridas, desprenderme de mis yo creo, desoír mis yo pienso. Este proyecto también es para ti que también te ves en mí. Este proyecto es mi camino de vuelta a casa, en donde SER, es lo que único que importa. Lo demás, lo demás... Solo es un reflejo.

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios